Skip to content Skip to footer

Un pueblo salmantino se independiza de las eléctricas

Los 200 vecinos de Valdelacasa crean la primera comunidad energética de la provincia

Una producción mensual de 6.000 kilovatios hora, procedentes de energía solar, equivaldría a poner 6.000 lavadoras, recorrer 3.600 kilómetros en coche eléctrico, servir 8.800 tazas de café, a 19.200 cargas de móvil, 5.400 horas de internet en un ordenador portátil y 800 días de una bombilla LED, además del ahorro de 5.820 kilogramos de ahorro en CO2. En Valdelacasa, en plena Sierra de Béjar, estos datos han calado en sus poco más de 200 habitantes que se han unido con un mismo fin: el autoconsumo energético colectivo. 

Alba Familiar / ICAL Este pueblo alberga la primera comunidad energética de la provincia de Salamanca, en la que 80 socios, que equivalen a la práctica totalidad de las familias del municipio junto a algunas empresas, se han establecido como una entidad para el autoconsumo colectivo con una participación basadas en una partida “abierta, voluntaria y autónoma”, como ellos mismos definen, que esté controlada por sus socios, y en la que también pueda participar cualquier institución.

Un camino conjunto hacia la autosuficiencia energética en un lugar donde la apuesta por las renovables viene de años atrás. 2008 fue el punto de partida en el que el Ayuntamiento de Valdelacasa decidió emprender esta aventura. Momento en el que, según explica su secretario a Ical, Ricardo Bonafonte, tenían dos alternativas. “O hacíamos algo o este pueblo se hundía”, señala, al recordar que, hace 15 años, no tenían ni recursos ni patrimonio. A raíz de una subvención estatal, pusieron en marcha una planta de 400 kilovatios, con un sistema de renting y que, pese a diferentes dificultades derivadas de cambios de contrato, consiguieron sacar adelante.

Ahora, el 70 por ciento de los ingresos del Consistorio provienen de la venta de esta energía, regulada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Una fuente recurrente que también ha permitido que el edificio esté completamente desconectado de la red, gracias a dos instalaciones, la primera de 400 kilovatios, y la segunda de 20. Pero, aparte, la apuesta por las energías renovables ha permitido dar una nueva vida al municipio.

Llegar a Valdelacasa supone visitar un pequeño pueblo salpicado de paneles solares en sus tejados. Pero también conocer un rincón de la Sierra de Béjar, entre encinas y campos, pulcramente cuidado. Calles adoquinadas, espacios sociales, instalaciones deportivas y hasta puntos de recarga de vehículos. Entre sus próximos proyectos, adquirir un vehículo eléctrico a disposición de todos los vecinos. Porque las energías renovables, además de ingresos, han cambiado pequeños, pero importantes, detalles en su día a día. Por ello, el siguiente paso es que este beneficio económico no solo repercutiera en las infraestructuras, sino en el bolsillo del ciudadano.

Vacoe, la comunidad energética de Valdelacasa, comenzó su andadura en febrero de 2022. “Hemos sido tan rápidos que es increíble”, se enorgullece Bonafonte, al hablar del proyecto que cuenta con una participación “libre, abierta, voluntaria e igual”. Cada uno de los 80 socios adscritos cuenta con un 1,42 por ciento de la sociedad, y relata que tuvieron que cerrar el número de inscripciones para poder empezar a funcionar.

Aun así, la práctica totalidad de las familias del municipio ha entrado a formar parte de este proyecto, que abarca 90 contratos de energía entre el Ayuntamiento, particulares y empresas. El fin último, que todos los socios puedan aprovechar las ventajas que las renovables han traído al pueblo, según matiza su alcalde, Juan Ramos. “El pueblo está muy contento con la iniciativa”, explica, reconociendo que, en un primer momento no esperaban una respuesta tan positiva de la gente.

Para una familia particular, dotar de placas solares un domicilio supondría un desembolso de entre 15.000 y 18.000 euros, según los números del primer edil. De esta forma, desde el organismo municipal han aportado dinero, solares y tejados que puedan albergar estas instalaciones. Así, de acuerdo a sus cálculos, un municipio de 200 habitantes necesitaría una instalación de 200 kilovatios, de los que ya han montado 98, y la segunda mitad están en proyecto.

(Ical/Formigo)

Con una inversión de 120.000 euros, y una ayuda del IDAE dentro del Plan Implementa, de 72.000 euros, el proyecto se encuentra en plena fase de ejecución. En las próximas semanas, Valdelacasa contará con un transformador que será clave para que el beneficio económico repercuta en los domicilios de la localidad, reduciendo en los primeros meses del verano las facturas entre un 25 y un 30 por ciento. El objetivo final es la autosuficiencia, que pretenden alcanzar, con pies de plomo, antes de que llegue el invierno.

Traducido a números, conforme explica Ramos, una familia que pague alrededor de 80 euros al mes en electricidad, únicamente tendría que asumir el gasto mínimo del alquiler del contador. Un ahorro que viene acompañado de un beneficio medioambiental y social, que también pretenden trasladar y animar a otras localidades.

Esta iniciativa ha servido de modelo para más municipios a lo largo de la geografía española. El Ayuntamiento de Valdelacasa ha recibido propuestas de diferentes localidades que buscaban en ellos apoyo y consejo para llevar a cabo el mismo producto. “Lo complejo es construir una cooperativa”, explica Bonafonte. Por ello, desde Vacoe, el próximo paso es ayudar a otros a emprender este camino, que, aunque “trabajoso y costoso”, consideran “asequible” para los pueblos.

Más allá del autoconsumo y del beneficio para los ciudadanos, esta localidad de la Sierra de Béjar tiene la vista puesta en nuevos proyectos, que traerán al municipio un espacio de formación y empleo relacionado con las energías renovables, programas de formación para obtener estos certificados, y otro espacio de trabajo como centro de promoción empresarial. Un proyecto que reciben como “muy ilusionante”, pero del que también esperan que el apoyo prometido por las administraciones se convierta en “una realidad”.

Fuente: La Crónica de Salamanca